Sigo subrayando
Ya te lo dije. Nada. Ningún cielo e infierno. Ningún retorno a todas las cosas. Ni la menor sombra de coartada, de piedad, de caridad. Este planetario fue nuestro Monte Carmelo, la noche oscura de tu alma. La vida, la vida humana, carece totalmente de sentido, es un puro azar y tal vez una enfermedad de la naturaleza. Es sagrada, eso sí, como cualquier otra forma de vida y aun de existencia. Te va a llevar mucho tiempo y unos cuantos botellones borrar de esa jeta la sonrisa irónica y darte cuenta de lo que te estoy diciendo.
Buenos Aires, Emecé, 1991 (pág. 428)
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