Poemas de Perla Rotzait

20 de mayo de 2014




XVI

Porque te pesa
como un crimen oculto
buscar y decidir
Porque la vida
se acerca
y te descubre
Tienes la mirada lúcida
el gesto de espera
la sonrisa inquieta
de quien sabe


XXXVII

Rogaste que te vieran
y te enquistaste en ti

Tanto pudor sientes
de estar viva


VII

Sobrarán tus palabras
y nada quedará
de lo acercado al alma
hablando quedo

Y un vuelo de tigre
y una negación temerosa
borrarán tus palabras
y nada quedará


XVI

Tan calmo como puede estar
el corazón del hombre
—juntando el último
pequeño pedazo de tiempo—
descorrí el pasado

Y nada fue sol
como ayudarte a vivir


III

Antes de conocerte,
conocí ya
la intranquilidad
de transitar el día
nublado,
buscando
veredas nuevas
para el desasosiego.

Antes de saber
que no te vería ya,
antes de que lo supieses,
pues me acerco
y me voy cuando resuelvo,
supe ya
la intranquilidad
de habitar mis ángeles
con vuelos.
No es par ti que sufro.
No es par ti que temo.

Es por mí,
mensajera
del absoluto roto.
Caminante
de vida en el ensueño.
Jirones de tiempo.
Jirones de tiempo.
Que tan poco cubren
la culpa ancestral
de algún llamado.


A. miraba entre el humo de la pipa y la alta
ventana, el jacarandá florecido.
Se le acercó su hijo M. y le dijo,

—me duele la tristeza, pensó A.
—cuando la impaciente ira
cambia el nombre de los hombres
frente al mismo orden de las cosas,
es cuando llegan los años.
Intuyó un orden distinto.
Pero no alcanzó a ver al hijo de su hijo.


Había llegado al fondo de la locura,
por eso salió indemne.
Y cada día inició la reconquista,
—he aquí la calma—
y como ya nada pudo dolerle,
fue claro en su juicio.
Y cuando supo que el único
enemigo temible es el odio,
dejo de odiar a su enemigo.
Y su corazón admitió también
la maldad, pero nunca
el resentimiento,
—he aquí la calma— y finalmente eligió
el deber antes que el placer,
pues supo que el día del juicio
debería responder por lo que no hizo,
por no haber ejercitado las notas
que le fueron dadas,
habiendo podido.


9

El rey sabía que el condenado a muerte era inocente.
Y no tenía atribuciones ante el tribunal de la ocupación.
Recordó una vieja ley de la sustitución de los cuerpos.
Y exigió ser ajusticiado en lugar del condenado.
El rey sabía que un pueblo que odia es un pueblo
condenado y que un acto ejemplar puede salvarlo.


De donde todo el tiempo
es nada para la paz


Quise decirte olvido, simplemente,
—los actos olvidados—
y te dije: el tiempo es un aliado,
aguarda que cubra la memoria.

Quise decirte tiempo-memoria-olvido
simplemente, y te dije:
la espera es sangre de un rojo insoportable.


5

El dolor es el hueco donde alguna vez sucedió.
Es la niebla que olvida el contorno,
que olvida la transparencia donde alguna vez
sucedieron tu rostro, el color y la calma


46

El lenguaje es la columna vertebral.
No la quiebro.
A veces el silencio inventa
una estructura
una pared
un patio
un espacio donde tu ingenio
jugó tantas veces.


50

Pero mira:
la palabra es tan incierta
que nombra y para nombrar
se aleja de la palabra
y crea la metáfora
y las referencias a metáforas
antiguas
y si no sabes, si no estás inmerso
en los siglos,
la palabra es puro sonido
que no te contiene.


Arrodillado. Los rezos son confesión.
Una a una sus carencias.
Pero y sobre todo, el miedo.
Alejamiento, elección: el no puede competir.
Único. Único es su reino, único es su yo.
Se extiende en todo, y sobre todo el miedo.
No sabe competir.
No sabe repartir.
Todo y único. El mundo entero para él.
De otra forma, no existe.
La visión múltiple lo entristece.
Sólo cuando están muertos, acepta esa visión:
vivos, no sabe competir, no sabe compartir.
El universo es él.
Negárselo es proyectar sombras en la oscuridad,
imagen del aire en el espejo.
La imagen del aire traspasando el espejo.
Es así, sufre pero no puede.

Delgado sufrimiento, y sobre todo miedo.






Selección de poemas y entrevista
Carta de Cortázar a Perla Rotzait en Ignoria
Fuente foto s-d


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