Julio Cortázar: Viela, poema francamente pobre

15 de noviembre de 2011






Por qué una vieja canción cantada por cualquiera
que tenga en la garganta como una sal de tiempo
y esa manera de decir que es siempre despedida o conjuro,
ha de llenarme el pecho con humo de desgracia,
entrarme a la región de la más dulce remembranza,
viendo caer uno a uno los muñecos del presente,
abrirse puertas en mitad de las paredes que aprisionan el día,
cortar los lazos verdes que me fijan a mi nombre y a mis ritos.
Oh fado, canto inútil, sortilegio inútil,
operación de un orden en que alientan los sueños, las estatuas,
las plazas por la noche, las bebidas más blancas, las mujeres,
el cigarro clavado entre los labios, la renuncia al mañana, el vómito final
que nos lava de esa verdad demasiado frágil,
nos devuelve a una cama donde esperan atentas las hermanas de la misericordia,
los agentes de la honradez y el pundonor,
los aliados del poder judicial de cada día dánoslo hoy,
buen muchacho, trabaja que es un gusto.



En Papeles inesperados
Madrid, Santillana, 2010



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