Rrose Selavy - Buenos Aires

22 de septiembre de 2010









En primer término un telón reproduce ingenuamente un cielo repleto de nubes perfectas que pasan de largo. En el aire un rasgueo de guitarra acompaña a la voz temblorosa de Gardel.

Duchamp monta en una bicicleta sin ruedas que desciende en ángulo hasta aterrizar en el suelo. Nuestro personaje fuma un habano porque el humo del tabaco constituye la única propulsión de la bici: con cada calada la bicicleta apresura su vuelo.

Se baja de la bici y observa con los brazos en jarras (como hiciera siempre Picasso) la maquinaria de paisaje que discurre: un burdo celaje repetido en bucle, artificio de teatro barato.

Duchamp acerca el puro a la tela, quemándola en un pequeño círculo, y sonríe mientras la tela arde hasta consumirse del todo.

Detrás aparece un suelo de gres, un enorme delirio en perspectiva. A una cierta distancia hay una mesa con un tablero de ajedrez, un reloj de competición, y dos sillas. En una de ellas hay un hombre de aspecto serio que parece esperar. En el lado de la silla vacía un pequeño cartel reza: Marcel Duchamp. Junto al hombre el cartel reza: Peter Greenaway.

Comienzan una partida, y mientras juegan, ambos entablan una conversación telepática sobre buzones de correos.

El espacio está acotado en los laterales por grandes emblemas barrocos en telas alumbradas por detrás con velas.



De La maleta de Rrose (2005)
Rrose Selavy, uno de los seudónimos de Marcel Duchamp
Imagen: Man Ray,
Marcel Duchamp como Rrose Selavy (1920)





1 comentarios:
Felicitas Maini 23 de diciembre de 2018, 1:23 p.m.  

Ahora si!....gracias, Patricia.

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