Robert Gurney - El cello

16 de octubre de 2007



Había pocas casas
entonces,
pocas pensiones
entre Barcelona y Tarragona.

Nos sentamos
en la duna
delante de la casa
de Pablo Casals.

Estaba cerrada,
vacía
y con rejas en las ventanas.

La música ausente
de un violoncelo
se mezclaba
en nuestras mentes
con el sonido de las olas
de un mar transparente.

Un guardia civil
con una ametralladora
le dijo a mi novia
que cubriera su bikini.

Un tren pasó
lleno de monjas
que se santiguaron.


De El cuarto oscuro y otros poemas, inédito

1 comentarios:
Sergio 16 de octubre de 2007, 10:58 p.m.  

Dicen que un limpiaventanas estaba una vez limpiando las ventanas del cuarto de hotel donde se alojaba Pablo Casals cuando, escuchándolo, le felicito a este por su música y en respuesta, Pablo Casals, le regaló una especie de mini concierto privado por el cual muchos hubiesen pagado fortunas.

No creo que Pablo hubiese pedido a la novia de Bob que se cubriera, más bien creo que le hubiese regalado un concierto con tal de que le permitiese seguir disfrutando de su belleza y desparpajo.

Así los genios.

Un abrazo.

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